Hola, ¿cómo estás? Siéntate un momento, porque quiero contarte algo que me tiene emocionada. Verás, estoy preparando una huerta en casa, y aunque apenas comienza, ya siento que cada pequeño paso es un logro enorme.
La tierra ya está picada, lista para recibir vida. Por ahora, solo tengo menta y cebolla, pero no te imaginas cómo esas pequeñas plantas me llenan de alegría. La menta huele fresca, y las cebollas, aunque aún son tímidas, prometen darme sus hojas verdes pronto. Pero esto no se queda aquí. Tengo planes más grandes: quiero sembrar tomates, zanahorias, tal vez unas lechugas... ¡y hasta unas flores para darle color en primavera!
Pero antes, necesito nutrir bien la tierra. Investigando, descubrí que el humus de lombriz es como el oro para las plantas: lleno de nutrientes que la tierra absorbe con avidez. Así que eso es lo próximo en mi lista: enriquecer el suelo para que todo lo que plante crezca fuerte y saludable.
Ah, y aquí viene algo curioso. Tengo mascotas, y a veces dejan sus "regalitos" por ahí. Me preguntaba si eso afectaría la huerta, pero resulta que, si los animales están sanos, bien alimentados y sin medicamentos, ¡hasta puede ser beneficioso! La tierra tiene esa magia de transformar incluso los desechos en alimento para las plantas. La naturaleza es sabia, ¿no?
La verdad es que este proyecto me ilusiona mucho. No solo por la idea de cosechar mis propios vegetales (¡imagínate comer una ensalada con ingredientes que salieron de mi jardín!), sino también por ese momento en primavera, cuando todo florezca y el jardín se llene de colores y vida.
Es un proceso lento, lo sé. Pero cada día, cuando riego, cuando remuevo un poco la tierra o simplemente me quedo mirando cómo crece la menta, siento que estoy conectando con algo profundo, algo que me hace bien.
¿Y tú? ¿Has tenido alguna vez una huerta? ¿O te animarías a empezar una? Me encantaría que me cuentes tus experiencias. ¡Esto es solo el comienzo, y quiero compartir cada paso contigo!
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