LA PLUMA Y EL PAPEL
Reflecciones, Momentos y Recuerdos.
domingo, 22 de diciembre de 2024
miércoles, 11 de diciembre de 2024
domingo, 8 de diciembre de 2024
martes, 26 de noviembre de 2024
Hoy amargura.
Querido diario,
Hoy ha sido un día… complicado. La verdad es que últimamente me siento como una marioneta con los hilos cortados, dando tumbos sin rumbo. Mi relación con M.es un torbellino. Un minuto estamos riendo, abrazados, planeando cosas, y al siguiente una simple mirada, una palabra mal dicha, es suficiente para que se abra una grieta enorme entre nosotros. Ayer, por ejemplo, discutimos porque a veces no tengo ganas de hablar con él. Él , y yo . Terminamos en silencio, cada uno en nuestra esquina, con ese vacío que se instala entre nosotros y que me deja sin aliento. Luego, como si nada, todo vuelve a la normalidad, pero ese miedo, esa sensación de que la próxima discusión puede ser la definitiva, me carcome por dentro. Es una herida que se abre, sangra, cicatriza y vuelve a abrirse, un ciclo infernal que me agota.
En el ámbito personal, la situación no es mejor. Me siento… vacía. Como si hubiera un pozo negro dentro de mí, lleno de oscuridad y resentimiento. El otro día, en la facultad, fui a preguntar por el información sobre filosofía. En lugar de sentirme agradecida por su ayuda, solo sentí… desprecio. Un odio irracional, una necesidad de maldecirlo, de gritarle. Y ni siquiera lo conozco. Es aterrador. Me da miedo tales sentimientos ocultos esa parte de mí, esa sombra que se esconde y que de vez en cuando asoma con toda su fuerza.
Sin embargo, hay algo que me ha dado un pequeño rayo de esperanza. He observado cómo las expresiones de la gente, incluso con el tapabocas puesto, revelan mucho sobre su personalidad. En la primera clase, me di cuenta de que esto me servía para identificar a las personas con las que me sentiría cómoda, para detectar sus miedos e inseguridades. Es una forma extraña de conectar, pero me ayuda. Hoy, por ejemplo que se extrañen porque llevas un tapaboca no es nada nuevo para mí pero me da muchas ganas de golpear y romperle la cara.
Pero la presión social sigue ahí. El trabajo en grupo me genera una ansiedad terrible. Me cuesta muchísimo sociabilizar, y aunque he pedido trabajar de forma independiente, me han recomendado que me esfuerce por integrarme. Me siento incomprendida, como si mi forma de ser no fuera válida. Hoy, en clase. Me dan ganas de tirar la toalla, de renunciar a todo.
Por último, algo positivo: hoy fui a la facultad sin maquillaje, con ropa sencilla, y nadie me trató de forma diferente. Me sentí respetada, valorada. Me di cuenta de que toda esa energía que gastaba en verme "perfecta" era inútil. Es una lección que me ha hecho reflexionar sobre mis prioridades. El problema es que me di cuenta muy tarde. Tenía planes para, y ahora me doy cuenta de que eran solo fantasías, producto de mi imaginación. Tengo que replantearme todo.